Imagino que mas de uno lo habéis pensando alguna vez, yo lo pienso hoy.
Normalmente lo pienso cuando a lo largo de un día van pasando pequeñas cosas, una detrás de otra, que hacen que desees no haberte levantado de la cama ese día. Solo quieres que ese día termine de una vez, pensando que el siguiente sera mejor, pero el día se hace larguísimo y parece no terminar nunca. Las horas no pasan y te desesperas. Pero por fin llega el final del día, y puede pasar que simplemente has olvidado esas cosas o ha pasado algo bueno que te ha hecho olvidar esas cosas, pero en otras ocasiones te metes en cama dispuest@ a dormir y no lo consigues porque esas cosas siguen ahí, les das vueltas en la cabeza. Deseas dormir y que empiece un día nuevo, un día tranquilo. Y normalmente es así, te despiertas y como por arte de magia todo ha desaparecido de tu cabeza, pero en ocasiones puede que al despertarte sigan ahí. Pero va pasando el día y con un poco de suerte, ayuda de buenos amigos y ocupando tu mente en hacer cosas te vas olvidando de eso que tenías en la cabeza
Dias...y semanas enteras que mejor haberlas pasado durmiendo.
ResponderEliminarRecuerdo una semana funesta del año pasado que se hizo inventario en mi tienda y faltó mucho producto, una burrada en perdidas. Por lo que primer broncazo.
Al dia siguiente, me trae SEUR el pedido diario, un montón de cajas y como la tiendas es pequeña y uno está solo atendiendo, pues no es fácil controlarlo.
Total que me roban una caja, valorada en más de 2000€.
Segundo broncazo.
Dos dias después, me olvidé cerrar la puerta trasera de la tienda, que da a unos pasillos internos del centro comercial. Los vigilantes por la noche comprueban que las puertas estén cerradas una por una, y al llegar a la mia, se abre y salta la alarma.
Prosegur me llama, pero son las 5 la madrugada y no me entero, por lo que llaman al supervisor de la empresa, el mismo que me había echado las otras broncas...
Tercer broncazo...., yo ya pensando en ahorcarme..
Por suerte, el bulto que me robaron lo interceptaron los seguratas del centro comercial y me fue devuelto al dia siguiente.
Y para mayor suerte, cuando pensaba en ahorcarme (cortarme las venas no, que ver sangre me marea) de repente me llaman unos viejos amigos de Granada, que hacia como dos años que no nos veiamos, y me dicen que están en Barcelona y que cuando quedamos para vernos.
Y no veas que alegría volver a verlos, y recordar viejos tiempos.
Sí, fué una semana funesta, pero parece que la vida te da una de cal y otra de arena, y a pesar de los marrones que me estaba comiendo, me llevé la mejor sorpresa que podía esperar y que jamás hubiera imaginado.
Esto es como el Ying y el Yang. Si hay dias malos, es porque también los hay que son buenos.